Por: Juan Guillermo Hernández Gil
Al momento de encontrarme con el Aikido era competidor en otra arte marcial, entendía lo que es ir un poco más allá, esforzarse y trabajar duro para obtener triunfos, es decir, ganar campeonatos.
En esos días practicábamos Aikido de 4 a 8 horas diarias, quedábamos totalmente extenuados, pero más que cansados, terminábamos con la cabeza llena de preguntas, de deseo de saber cómo, nuestro Sensei, nos lanzaba sin que sintiéramos fuerza; constantemente nos corregía indicándonos que peleábamos en la técnica, que nos oponíamos y que eso no era Aikido; pero aquello era lo que había aprendido; vencer al otro, ser más rápido, más fuerte, etc, ser más… que ese otro con el cual competía.
Todas esas correcciones retumbaban en mi cabeza, me hacían pensar que tal vez el Aikido no era el arte marcial para mí, veía como la mayoría de mis compañeros realizaban las técnicas con mayor fluidez y así las sentía al momento de recibirlas, pensaba que iban logrando cosas, y al mismo tiempo me decía que no obtenía eso que ellos sí.
Un día en el entrenamiento, Sensei intentaba hacerme comprender uno de tantos conceptos que están al interior de las técnicas, y en ese momento se me ocurrió decirle que tal vez yo no era capaz, que mi mente y cuerpo no tenían las habilidades para entender lo que él quería enseñar y su respuesta, un poco molesto fue, deja de hablar con tu ego, deja de autocompadecerte, deja de reprocharte y simplemente entrena.
Para ese momento creía entender que el ego era una valoración excesiva, cuando las personas decían que era egocéntrico, que tenía mucho ego, suponía entonces que era sentirse más que los demás, tener una autovaloración que rayaba con la prepotencia, pero lo que me mostraba Sensei con esas palabras es que el ego, no es solamente esa supuesta valoración, sino también, ubicarse en el lugar de no sentirse capaz, de suponer que no es posible alcanzar algo que se busca, pero ello además, es un refugio para no continuar, una forma de renunciar con una justificación que se basaba en una incapacidad, y lo que me señalaba él no era no ser capaz, lo que las palabras revelaban era un lugar de impotencia.
Hoy en día, 28 años después veo como aparece el ego (desde las dos posibles explicaciones planteadas en el párrafo anterior) en los nuevos practicantes y en los antiguos también, cuando se frustran al no poder realizar una caída, cuando no logran comprender el movimiento que origina el desequilibrio para lograr la proyección, y veo como a través del ego se castigan, se culpabilizan, y terminan paralizándose, algunos incluso terminan yéndose de la práctica porque se dicen que ya no aprenden más, ¿se sienten impotentes o prepotentes?
Entrenar Aikido es una de las vías por las cuales se puede comprender y entender qué es el ego (digo una de las vías porque con seguridad no es la única, ¿cuáles son las otras?, no las puedo decir porque no las he experimentado). Los novatos encuentran un nuevo reto, aprender a no halar, ni empujar, ni pelear al momento de realizar las técnicas, los practicantes intermedios buscan aprender la forma, donde poner el pie, como mover la mano, como se recibe una técnica, y los avanzados intentan llenar de contenido ese recipiente que han construido a través de la práctica con conceptos como armonizarse, escuchar la intención del otro, ser uke todo el tiempo; y para todos ellos el ego aparece de manera constante, porque cada momento tiene su complicación, sobre todo porque en los tres momentos el practicante debe desaprender para poder aprender, y por ello es que Aikido es una vía y no una meta, porque todos los días trasegamos y nos vamos encontrando nuevos retos, por ejemplo para los instructores, cada semana podemos recibir un nuevo practicante, y cada uno de ellos es un desafío, cómo enseñar, cómo provocar el deseo de aprender Aikido, y a la vez cómo escuchar su energía para lograr la técnica de forma consecuente a lo que enseñamos.
Algunos practicantes tienen luchas internas fuertes, se recriminan, se discriminan diciéndose que no tienen las habilidades, uno alcanza a ver su cara de frustración, y en ocasiones una que otra lagrima que aparece por la impotencia que se siente, pero es allí justamente donde puede aparecer la justa práctica, a pesar de toda esa sensación, no renunciar a intentar comprender o realizar lo que se está buscando.
Cuántas personas renuncian a proyectos en la vida mucho antes de emprenderlos, porque tal vez han recibido una educación de que todo debe ser fácil o que se debe tirar la toalla al momento de la primera dificultad, o tal vez nadie en la familia nunca ha intentado salirse del circulo o de la zona de confort y renunciar a un empleo para iniciar una empresa propia.
Justo cuando aparecen estas recriminaciones en los practicantes es donde debe estar el instructor, no para acoger o compadecer, sino para invitar a hacer frente a esas sensaciones, y la forma es volver a intentar, sin ponerle tanto misterio, entendiendo que la búsqueda de un gesto técnico requiere práctica, y que cada vez que se realiza el ejercicio se está más cerca de encontrar lo que se busca.
En los avanzados el ego también aparece, tal vez ya no tanto en las técnicas pero si en la relación con el Sensei, o en las relaciones que se establecen en el dojo, o en las organizaciones a las cuales pertenecemos, y pareciera que se nos olvida que estamos en el tatami, no para ser mejor que el otro, sino para buscar ser mejores que nosotros mismos, y una parte de ello es entender que el reconocimiento debe ser bien recibido cuando este se presenta, pero que de ninguna manera debe ser demandado o esperado, eso nos hace salir del lugar del uke, de aquel que está constantemente escuchando hacía dónde se dirige la energía del tori para poder saber hacia dónde dirigimos nuestra energía.
Entonces nuestro ego se convierte en uke, y nos detiene la realización de la técnica, o se convierte en la posibilidad de encontrar un camino para poner en acción el concepto de armonía.
JUAN GUILLERMO HERNÁNDEZ GIL
Sensei
5to dan de Aikido Aikikai.
Dojo Sho Hojoshinkan
Director Asociación Antioqueña de Aikido
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