Hola, una de las preguntas más comunes cuando se piensa en iniciar un arte marcial es si está servirá para ponerse en forma y, tal vez, en algún momento para defenderse de un atacante.
En principio cualquier arte marcial nos ayuda a ponernos en forma y perder peso, las rutinas de entrenamiento son muy fuertes y extenuantes, usan mucho el principio isométrico mejor conocido como “tensión dinámica” y eso lo hacen para fortalecer sus músculos sin que se les desarrollen o hipertrofien, como a los fisicoculturistas. El artista marcial busca estar fuerte pero no muy desarrollado ya que si tiene mucha masa muscular pierde velocidad para defenderse o atacar. También se usan muchas repeticiones de golpes y patadas y con ello hay un gran consumo de energía física y energía mental. Entonces cualquiera de las artes marciales sirve para lograr tener un estado físico adecuado, pero que si lo que se quiere es defenderse, se debe entender que una gran parte del resultado de una situación de vida o muerte es la preparación que se ha tenido previamente. Es por ello que el entrenamiento debe ser fuerte y llevar a dar el máximo a los practicantes.
Ahora bien, además de la constante práctica es vital la reacción que se toma en el instante del ataque, por ello en el entrenamiento se varían los ataques, el número de atacantes para tratar de preparar física y mentalmente a la persona para que reaccione de la manera adecuada y precisa, y por último es la suerte, si en el momento que llega el ataque se estaba distraído, o el atacante toma ventaja de que llevas varios paquetes o estas con un ser querido que es amenazado. Todo lo anterior indica que la práctica no garantiza el resultado de una situación, pero si posibilita tener más oportunidades.
Ahora bien, cada artista marcial dirá que lo que practica es la mejor manera de defensa, y por ello les hablaré un poco de Aikido para que entiendan porque está es la mejor, a mi concepto.
El AIKIDO es un arte marcial japonés y su nombre significa “el camino de la energía y la armonía”. Es un arte marcial relativamente nuevo ya que fue desarrollado entre 1930 y 1960 por el gran maestro MORIHEI UESHIBA (1883-1969).
El maestro Ueshiba desarrolló el Aikido de técnicas de lucha mucho más antiguas que usaban los guerreros medievales conocidos como SAMURAIS y que lleva por nombre dayto ryu (luxaciones, proyecciones e inmovilizaciones) y otras técnicas también usadas por los samuráis, como la esgrima con sable y la lucha con lanza. Lo interesante del aikido es que con él cualquier persona, independientemente de su tamaño, se puede defender de quien lo ataque y eso es porque el principio básico del aikido es usar la fuerza del atacante en contra de él mismo, y así sacarlo de equilibrio para derribarlo y dejarlo fuera de combate sin lastimarlo seriamente pero lo suficiente como para permitir a la persona que se defiende alejarse del lugar.
El Aikido no persigue ni atacar ni lastimar a quien ataca, es solo un método de defensa, quizás el método de defensa más efectivo inventado por el hombre. El maestro Ueshiba se fijó en los movimientos del cuerpo humano, de cómo se ataca, de la manera en que se golpea y de allí usó esa misma física en contra del atacante, y todo va con simples movimientos que cualquier persona puede realizar sin que se necesite gran fuerza física.
Al contrario de otras técnicas de combate como el boxeo, la lucha o artes marciales como el karate, el judo o el kung fu, en el aikido no se eligen las parejas de entrenamiento por el peso. En un principio los practicantes y maestros de aikido no tienen competencias, no pelean para ganar un premio ni un cinturón, todo se basa en la defensa, manteniéndose siempre alerta y dispuesto a defenderse de más de un atacante.
El principio del maestro Ueshiba es que se puede lograr la perfección física y mental con la meditación y con la práctica continuada del aikido. Por eso este arte marcial es diferente a otros.
Aunque algunas personas piensan que al no competir no hay un empuje a mejorar lo que se presenta es todo lo contrario, el practicante ya no tiene que compararse con otro, lo hace es con él mismo todos los días, de esta manera siempre tendrás algo que superar, siempre superarte a ti. En este camino se deja de ver al otro, de juzgar sus movimientos, de examinarlo, para estar en una constante autoobservación, que implica silenciar esas sensaciones de frustración o de evitación que en muchas ocasiones tenemos.
Cada practica propone una meditación en movimiento, y el compañero es el instrumento que refleja como el espejo mis propias imperfecciones, las cuales debo ir puliendo como el escultor hace con la piedra, quitándole lo que sobra para revelar el arte que hay en ella, por eso nos nombramos artistas.
Como pueden ver, entonces el Aikido y las artes marciales van más allá de la propuesta de defensa personal, es un proceso de cultivarse a uno mismo, pero es una siembra que necesita tiempo y trabajo para que comience a dar frutos, y no es en la primera cosecha que se recogen los mejores, sino precisamente cuando el campo ya se ha hecho adulto y logra entregar lo mejor, para que esto se vuelva semilla para otros campos.
Así es en el Aikido, justo cuando ya se está logrando una buena calidad en la práctica es que se debe comenzar a enseñar, a que otros puedan recibir lo que fue un regalo del primer Sensei.
Es por esto que en mis clases siempre digo, yo no le enseño a alumnos, yo le enseño a futuros instructores. El Aikido va más allá de protegerse, es más, se puede afirmar que la práctica del Aikido nos expone, pero nos expone es a nuestras propias imperfecciones, para que estas puedan ser vistas y trabajadas, para ser pulidas al máximo de lo posible.
Juan Guillermo Hernández Gil
Shidoin
5to dan de Aikido Aikikai
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