Por: Erika Vannesa Gallo Muñoz*
Es irresistible pensar en los demás países, su nacimiento y cómo han ido cambiando a través del tiempo. Pero lo que es aún más increíble, es que, así como surgieron, se hayan mantenido. A pesar de las guerras internas, las conquistas, la naturaleza misma. Definitivamente cada aspecto de eso que lo formó a lo largo de la historia, entonces, porqué olvidar lo que fueron al principio de los tiempos.
Y sí, al principio de los tiempos y en medio del caos, se crearon diferentes tribus, que fueron reuniéndose y formando unas más grandes y establecidas, otras que necesitaban estarse moviendo y algunas que querían dominar, ninguna, evidentemente, quería ser dominada. Pero no todo es perfecto. Y así, en medio del caos, las tribus, los nómadas y el desconcierto, se fue formando lo que hoy conocemos como Japón.
Y digo, hoy, pero también tengo que decir, para nosotros. Porque para ellos, los japoneses, es más que un nombre, es el lugar donde nace el sol. ¡Que espectáculo! Allí donde muchos pensarían que es el confín del mundo, en una pequeña isla de 377.972 km², abandonado
y franqueado por un inmenso océano o por gigantes amenazantes. Pero, ¿Qué importancia tiene esto cuando el sol nace allí?
Entonces, creo que necesitamos un poco de historia, nosotros en definitiva no entenderíamos su concepción. Pero es que su nombre no viene de ellos, sino de los chinos, porque cada vez que miraban hacia donde salía el sol, en oriente estaba aquella isla, así que aquel lugar lo llamaron pinyin rì běn, Wade-Giles jih pen, el oriente, el lugar desde donde sale el sol.
De islas a Imperio
Como en todo, después del caos y las tormentas llega la justa calma. En todas las historias de los génesis se habla de separación de aguas, inundaciones y terremotos. Pero no hay que olvidar las explosiones volcánicas y los sunamis, y si nos remitimos a la historia actual de Japón encontramos todo eso, así que no es inverosímil creer que también pasó en la antigüedad.
Imaginemos pues, todo ese sin fin de desconcierto, alguien por su puesto, debe tomar las riendas y establecer el orden. Bueno, en este caso, crear un lugar donde sentirse -según como se vea- seguro o perteneciente, tener un imaginario y construir una vida allí. A través de leyendas, mitos y otras tantas realidades. Y allí, en medio de islas e islotes (las cuatro islas principales son Honshu, Hokkaido, Kyushu y Shikoku), en Asia Oriental, nada más al lado de su gigante vecino, China; aparece Japón.
Sin ir demasiado lejos, estas islas, al parecer, estaban habitadas desde el periodo del paleolítico, si, efectivamente hace millones de años. Pero, cuenta la leyenda que sólo puede llamarse Japón desde el siglo VII a.C. cuando empieza a describirla el Emperador Jinmu, en sus escritos Kojibi y Nohonshoki.
Después de este siglo empezará toda una historia, llena de emperadores, guerras, sublevaciones, invasiones, pero, sobre todo de espiritualidad, costumbres maravillosas, colores y nobleza. Pero todo esto por supuesto, se irá contando paulatinamente, a diferencia de Japón que surgió como si debiera devorarse el mundo y el conocimiento, nosotros lo veremos paso a paso, delicadamente, como el manjar más exquisito.
Bibliografía
- Gown, Herbert Henry. (1942). Historia del Japón desde sus orígenes hasta nuestros días. Chile: Ercilla.
- Yukio, Kaibara. (2000). Historia del Japón. México: Fondo de Cultura Económica.
Cibergrafía (Fotos)
*Erika Vannesa Gallo Muñoz
Historiadora
Practicante de Aikido.
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